Una vez
que aceptes Su plan como la única función que quieres desempeñar, no habrá nada
de lo que el Espíritu Santo no se haga cargo por ti sin ningún esfuerzo por tu
parte. Él irá delante de ti despejando el camino, y no dejará escollos en los
que puedas tropezar ni obstáculos que pudiesen obstruir tu paso. Se te dará
todo lo que necesites. Toda aparente dificultad simplemente se desvanecerá
antes de que llegues a ella. No tienes que preocuparte por nada, sino, más
bien, desentenderte de todo, salvo del único propósito que quieres alcanzar. De
la misma manera en que éste te fue dado, asimismo su consecución se llevará a
cabo por ti. La promesa de Dios se mantendrá firme contra todo obstáculo, pues
descansa sobre la certeza, no sobre la contingencia. Descansa en ti. ¿Y que
puede haber que goce de más certeza que un Hijo de Dios?
Sólo el Espíritu Santo sabe lo que
necesitas. Pues Él te proveerá de todas las cosas que no obstaculizan el camino
hacia la luz. ¿Qué otra cosa podrías necesitar? Mientras estés en el tiempo, Él
te proveerá de todo cuanto necesites, y lo renovará siempre que tengas
necesidad de ello. No te privará de nada mientras lo necesites. Mas Él sabe que
todo cuanto necesitas es temporal, y que sólo durará hasta que dejes a un lado
todas tus necesidades y te des cuenta de que todas ellas han sido satisfechas.
El Espíritu Santo no tiene, por lo tanto, ningún interés en las cosas que te
proporciona. Lo único que le interesa es asegurarse de que no te valgas de
ellas para prolongar tu estadía en el tiempo. Sabe que ahí no estás en casa, y
no es Su Voluntad que demores tu jubiloso regreso a tu hogar.
Deja, por lo tanto, todas tus
necesidades en Sus manos.
El Amor de Dios es mi sustento
He aquí la respuesta a cualquier
problema que se te presente, hoy, mañana o a lo largo del tiempo. Crees que lo
que te sustenta en este mundo es todo menos Dios. Has depositado tu fe en los
símbolos más triviales y absurdos: en píldoras, dinero, ropa "protectora",
influencia, prestigio, caer bien, estar "bien" relacionado y en una
lista interminable de cosas huecas y sin fundamento a las que dotas de poderes
mágicos.
Todas esas cosas son tus
substitutos del Amor de Dios. Todas esas cosas se atesoran para asegurar la
identificación con el cuerpo. Son himnos de alabanza al ego. No deposites tu fe
en lo que no tiene valor. No te sustentará. Sólo el Amor de Dios te protegerá
en toda circunstancia. Te rescatará de toda tribulación y te elevará por encima
de todos los peligros que percibes en este mundo a un ambiente de paz y
seguridad perfectas. Te llevará a un estado mental que no puede verse amenazado
ni perturbado por nada, y en el que nada puede interrumpir la eterna calma del
Hijo de Dios.
No deposites tu fe en ilusiones. Te
fallarán. Deposita toda tu fe en el Amor de Dios en ti: eterno, inmutable y por
siempre indefectible. Ésta es la respuesta a todo problema que se te presente
hoy. Por medio del Amor de Dios en ti puedes resolver toda aparente dificultad
sin esfuerzo alguno y con absoluta confianza. Dite esto a ti mismo con
frecuencia hoy. Es una declaración de que te has liberado de la creencia en
ídolos. Es tu reconocimiento de la verdad acerca de ti.
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